sábado, 23 de febrero de 2008

Lucía dedos de Mariposa

la conocían como Lucía dedos de Mariposa, algunos decían que era por que tenía magia en sus manos, otros decían que había nacido con el don de ser delicada, el caso es que si sus dedos te rozaban se te erizaba la piel, si estabas enfermo ella era capaz de pasar horas y horas a tu lado, acariciándote la frente, meciéndote el pelo, susurrándote dulces palabras al oído, besándote delicadamente... suplía cualquier medicina, si tenías miedo, ella lo hacía desaparecer con sus sonrisas, si tenías hambre ella te daba de comer, si no tenías ilusión ella te la creaba...

Como cada mañana iba al mercado, donde todo el mundo la conocía, donde todos discutían con ella, ora por el precio de las manzanas, ora por el precio de la merluza... pero en todos los que discutían con ella era común que la viesen marchar con una sonrisa en sus labios, y es que, verla pasar cada mañana le recordaba a todos que estaban vivos, y que se puede vivir sonriendo, se puede discutir sonriendo, e incluso se puede sufrir sonriendo.

Como cada mediodía nos preparaba el mejor almuerzo que se podía tomar, a cada hermano nos daba el toque en la comida que nos gustaba, nos conocía perfectamente, y nos regañaba antes de que empezáramos a alborotar con la comida, no os vais a levantar hasta que os lo comáis todo, nos decía, era imposible resistirse, de una forma u otra conseguía siempre que nos lo comiésemos todo, crecimos sabiendo que creaba cada comida con sus delicadas manos, y que todas sus creaciones nos la dedicaba a nosotros, igual que un pintor firma un cuadro, igual que un poeta dedica su poesía...

Como cada tarde se sentaba a hacer remiendos en nuestras ropas, a coser los mismos botones una y otra vez, cada vez mas fuerte, pero no lo suficiente para que no lo pudiésemos romper de nuevo, y llegásemos con cara triste ensuciados por las calles, pidiéndole por favor que nos lo arreglase de nuevo, a lo que ella siempre estaba dispuesta a responder con una sonrisa, nos daba una regañina por ser tan gamberros, y nos veía marchar de nuevo con el corazón lleno de alegría. Cuando empezaba a oscurecer salía a buscarnos y nos correteaba entre risas hasta la casa, donde nos ayudaba a lavarnos, y nos calentaba el pijama sobre el viejo radiador, y nos arropaba, y nos contaba historias, y nos besaba en la frente, y esperaba a que cayésemos en sueño, escuchando dulces palabras, diciéndonos que nos adoraba, viéndolo en sus ojos, respondiéndole con los nuestros, te queremos, dándole las gracias...

Como cada noche, mi padre le partía la cara, daba igual que llegase borracho o no, le gustaba pegarle con el cinturón en la espalda, en las piernas, en los brazos, así se sentía seguro de si mismo, no entendía porque ella siempre tenía una sonrisa en sus ojos, seguro que era por que había estado con otro, seguro que estaba todo el día pendoneando por ahí mientras el se molía a trabajar para mantenernos a todos. Como cada noche nos despertaba el ruido sordo de los golpes, como cada noche oíamos como la amenazaba con quemarle los pechos con sus cigarrillos, como la aterrorizaba con hacerle cortes con su navaja, como le recordaba que podía ser mucho más cruel...como cada noche el destrozaba todo lo que Lucía había creado con sus dedos de mariposa.

como cada madrugada ella lloraba en silencio.



de OscaR a las mujeres, no dejéis que os ocurra.

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