jueves, 28 de febrero de 2008

Acantilados

fue en estas calles donde pasé mi niñez,
donde los loperas del barrio nos hacían correr,
fue en este escalón,
donde conocí a muchos amigos,
donde las historias empezaban y nunca acababan,
fue mirando ese viejo barco hundido,
donde las carreras de ratas me hacían sentir vivo,
donde se acumulaban los vidrios y las piedras rodaban hacia el mar,
fue en esta esquina,
donde vomitaba las noches de embriaguez,
donde se me regaló este viejo monedero de piel,
fue en ese banco,
donde por primera vez me enamoré,
donde las palabras nos revoloteaban,
donde los besos nos bailaban,
fue en esta libreta,
donde acumulaba mis recuerdos,
donde la fantasía se tornaba realidad,
donde la realidad era tinta de calamar,
fue sobre esta piedra,
donde dejé de mirar a la tierra,
donde creí que era ave,
y que me cosían grandes alas en mi cruz,
fue en este mismo punto,
donde comencé a volar entre las piedras,
donde dejé de creer en las alas cosidas,
donde dejé de ser ave,
fue a través de esta ventana,
desde la que las miradas se posaban en mi,
cristal que se limpiaba con lágrimas de familia,
amigos y algún que otro enemigo,
fue este cristal,
el que convertía las palabras que no oía,
pequeñas partículas que se posaban en mi piel desnuda,
poco a poco penetrando a través de mis poros,
acumulándose dentro de mis ojos,
poco a poco tirando de mis párpados,
fue en esta cama,
donde mi vida dejaba de tener sentido,
donde mis ojos abiertos no veían nada,
fue ese sofá que está junto a la cama,
el que nunca vino hacia mi,
al que no quería llegar,
fueron estos meses,
los que pisoteaban mi espalda,
los que aplastaban la asfixiante almohada sobre mi cabeza,
fueron estas lágrimas,
las que me propusieron volver a soñar,
las que me hablaban en la oscuridad,
las que me trajeron la luna,
para que pudiéramos conversar,
las me dieron hilo, aguja y dedal,
para coser de nuevo mi alma a mi piel,
las que me llamaban desde la lejanía,
para hacerme llegar,
fueron estas lágrimas,
las que caían a mis labios,
para que las pudiera besar,
las que colorearon mis anhelos,
las que dieron sabores a mis sentidos,
las que aromaron mi estancia,
las que abren mis manos cada día,
las que agarran mi ser y me levanta,
las que me hacen sonreír a mis amigos,
las que me hacen reírme de los ilusos que creen que saben andar.

de OscaR a Karlos, las carreras de ratas siguen existiendo, tan solo hay que ir a verlas.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Agradable paseo por mi vida a través de tus ojos.
Contigo aprendí a levantar mi mirada y descubrí nuevos horizontes.
Te quiero compañero, amigo, hermano.

OscaR J. dijo...

gracias a ti amigo,
que junto con otros,
danzais en mi interior,
y me dais permiso para pasear a vuestro lado,
cogidos de vuestra mano.

te quiero, os quiero.

OscaR J. dijo...

consejo del dia;
escucha a las personas, tienen mucho que decir.

Anónimo dijo...

En un pequeña parte también me veo reflejado en esta historia, aquellos días marcaron otra etapa en mi vida, otra forma de ver las cosas, otra forma de pensar y recapacitar sobre lo que nos rodea. Y todo gracias a vuestra amistad, que sin complejos ni prejuicios, me arropastéis como uno más de la familia. Un abrazo.

OscaR J. dijo...

los humanos nos componemos de pequeñas personitas que habitan en nuestro interior, cada una de las personas que nos han importado, y nos importan, que pasaron, y pasan por nuestras vidas.
Se reflejan en nuestras voces, en nuestros pensamientos, en nuestros sentimientos, para así crear a un individuo unico, que queda dentro de si mismo y dentro de los corazones de los demás.