miércoles, 27 de febrero de 2008

Padre

huías cada domingo de madrugada,
a lugares donde tus manos encallecían,
a lugares de recuerdos cada atardecer,
te recuperaba cada viernes noche,
cuando abría tus manos que se convertían de nuevo en delicada piel de sorpresas,
dibujabas mis sonrisas al carboncillo,
pintabas mis risas al oleo,
imaginabas cuentos sin final,
empezabas mi historia cada noche,
desde el pie de mi cama,
desde el pie de tu cama.
creando un estanque,
donde yo no conseguía ver que había vida,
donde lanzaba mis piedras para hacerlas saltar sobre la superficie,
y ver las ondas que producían,
sin darme cuenta que cada piedra que lanzaba,
acababa hundiéndose hasta lo mas hondo,
donde tu la cubrías en lodo,
para ya por siempre pertenecer a tu estanque.
que creyera que nada era imposible fue obra tuya,
que creyera que mis manos eran creadoras de fantasías fue obra tuya,
que mirara a la lejanía sabiendo que era capaz de llegar fue obra tuya,
que meciera mi piel en cada sueño fue obra tuya,
que aprendiera a llenar cada boquete que encuentro de mis turbias aguas,
donde comienzo a ver que empieza la vida,
creando mi propio estanque,
para que otros tiren piedras,
y yo las absorba,
y sonría,
ha sido obra tuya.
transformaste un infante,
en un niño que sonríe,
en un alocado adolescente,
en un adulto persona,
transformaste una persona,
en un niño que ríe,
igual que en tus óleos.
padre,
y yo que creí que comenzaste a serlo cuando vi lágrimas en tus ojos.

eres bello padre.

1 comentario:

OscaR J. dijo...

consejo del dia;
piensa en lo que eres.